martes, 15 de abril de 2008

Silo de Maíz

Hoy en un tambo en el que asesoro, hemos largado con la confección del silo de Maíz, en aquellos híbridos sembrados un poco mas tarde de lo normal para esta zona por falta de humedad inicial, lo cual me sentí inspirado en escribir algunos criterios sobre esta técnica.

Lo primero que me pregunto es el porque del silaje de Maíz? y esta muy claro y todos ya lo saben:

  • Constituye una muy buena reserva forrajera para aquellos periodos de es cases de pasto.

  • Me Aporta buena fibra, buena energía ( por granos) y un bajo tener de Proteína siendo un excelente compañero de Pasturas para equilibrar las dietas de nuestras vacas.

  • Me proporciona altos Kgs de alimento por hectárea.

  • Me disminuye el riesgo de empaste y me permite aumentar la carga animal por la alta tasa de sustitución que presenta.
Pero como se lo imaginan también tenemos contras, que también debemos conocerlas, y cuales son?



  • Pobres en proteínas, calcio y fósforo.

  • Al ser muy palatables y ofrecidos en grandes cantidades y encima sin acostumbramiento previo pueden provocar ACIDOSIS RUMINAL.

  • Si se llegase a picar muy fino (<>
  • Si en el proceso de confeccion no se toman determinados recaudos, se pueden contaminar el silo con ciertos patógenos que nos originaran otras ciertas toxinas causándonos algunos problemas.

Me gustaría aclarar un tema que es importantísimo, ya que muchos productores me lo han preguntado, haciendo incapie que para silo debemos colocar un maiz de medio pelo y con no tantas tecnologías y en realidad es un pensamiento equivocado ya que lo que queremos lograr es un silo con altos rendimientos de materia verde por ha y además con buena calidad, lo cual debemos procurar colocar un híbrido de punta que exprese su máximo potencial ( por eso se eligen lotes medianamente buenos para este cultivo), además tengo que pensar en colocarle toda la tecnología que pueda disponer, para lograr un lote limpio y sano ya que todo esto me contribuirá esa calidad que necesito.

Resumiendo:

1) Coloque híbridos buenos, en los mejores lotes que tenga ( para los lotes mas débiles, piense en sorgo mas que en maíz), fertilice bien, realice todas las técnicas disponibles para mantener lote limpio y sano.

2) corte en el momento justo, con maíz a 30 - 32 % de MS y con grano a 1/2 - 1/4 de la linea de leche.

3) controle el tamaño de picado, este debe ser lo suficientemente pequeño para facilitar la compactación y lo suficientemente grande para proveer FDNef, si debo tomar una referencia el 60 % de la muestra debe estar entre 0,8 - 2 cm.

4) Silo bien compactado y muy bien tapado ( silo puente), hoy tenemos la alternativa de usar silo bolsas de 75 mts de largo.

5) Evite perdidas de material en extracción y distribución.

recuerde que un color verde amarilliento con un olor suave y "avinagrado" y una textura firme, nos esta indicando que el silo se ha conservado muy bien.

Como siempre lo recalco, ante cualquier duda consulte con su Ingeniero de confianza.

hasta la próxima

Ing. Agr. Sergio E. Debernardi.

sábado, 12 de abril de 2008

Producción de heno de alfalfa

Ing. Agr. Segundo Bobadilla. 2003. Carpeta Técnica, INTA.

Descripción de las labores mecánicas que permiten lograr un heno de alfalfa enfardado con buenas condiciones de calidad.

Introducción

Debido a la estacionalidad de la producción forrajera de la zona, es necesario recurrir al uso de reservas forrajeras. Dentro de las especies utilizadas se encuentra la alfalfa, uno de los cultivos forrajeros por excelencia.
Su gran valor se debe al alto potencial de producción de materia seca, alto contenido proteico, alta digestibilidad y a los contenidos de vitaminas A, E y K o sus precursores. En nuestra zona es más importante el aprovechamiento bajo corte que el pastoril.
El número de cortes que se realizan anualmente varía entre 2 y 3. La principal forma de conservación de la alfalfa en nuestra zona es la henificación en forma de fardos, siendo muy escasa la confección de rollos.
Esta última práctica se utiliza para confeccionar heno, sobre todo de pasturas consociadas o naturales, que será utilizado dentro del mismo establecimiento, pero lo destinado a venta se henifica como fardo.
La henificación consiste en reducir lo mas rápidamente posible el contenido de humedad del forraje fresco hasta un rango que varía entre 18 y 20 %, nivel en el que la respiración y la actividad de microorganismos descomponedores son prácticamente nulas.
De esta forma se evitan cambios importantes en la composición del forraje conservado. Existe un gran número de factores que influyen sobre la calidad del heno de alfalfa obtenido, que se describen a continuación.

Corte
Estado de madurez

Identificamos cuatro grandes estados fenológicos de un alfalfar: 1) vegetativo, 2) de botón floral, 3) floración y 4) semillazón. A medida que avanza el estado de madurez, la calidad del forraje decrece, lo que se encuentra asociado a una disminución en el contenido de proteína bruta y un incremento en la cantidad de fibras y lignina.
El porcentaje de hojas disminuye con la madurez, decreciendo por lo tanto la relación hoja/tallo. Esto posee un alto impacto sobre el valor nutritivo de la alfalfa ya que las hojas son más digestibles, tienen un contenido de proteína superior y su calidad se conserva durante más tiempo que la de los tallos. Si el corte se adelanta demasiado, podríamos comprometer el futuro del cultivo debido a que se puede ver afectado el nivel de reservas de la planta.
No podemos definir un estado de madurez preciso para realizar el corte de la alfalfa, ya que éste depende del objetivo planteado y el requerimiento de los animales que recibirán el forraje. Sin embargo, teniendo en cuenta lo mencionado anteriormente, deberíamos buscar un equilibrio entre rendimiento de materia seca y su valor nutritivo.
En términos generales, el punto de mayor rendimiento de nutrientes por hectárea se encuentra entre principios y mediados de floración, siendo aceptado como un buen estado de madurez para realizar el corte, cuando el cultivo ha alcanzado entre un 5 y un 10 % de floración.

Corte e hilerado

Es conveniente que la maquinaria utilizada realice un corte neto, sin deshilachar y que no repique el forraje para evitar pérdidas de hojas. La andana debería ser uniforme en ancho y densidad, esponjosa y aireada para facilitar el secado rápido. Las máquinas utilizadas para corte pueden agruparse de la siguiente manera.

Segadoras de movimiento alternativo

Cortan con secciones de cuchillas triangulares montadas sobre una barra con desplazamiento alternativo. Realiza un corte neto y no repica pero tienen baja velocidad de avance, pueden atascarse en cultivos densos o enmalezados y poseen altos costos de mantenimiento.

Segadoras de movimiento rotativo

Cortan por impacto. De acuerdo al elemento cortante se dividen en:
¨ De hélice: tienen dos ejes verticales con dos cuchillas "locas" en sus extremos, opuestas 180 º. Poseen gran capacidad de trabajo aún en cultivos volcados, enmalezados o densos, tienen bajo mantenimiento pero producen un corte deshilachado y caída de hojas por repicado, especialmente en cultivos en avanzado estado de madurez.
¨ De tambor: poseen dos rotores con cuchillas "locas" de dos o cuatro filos. Tienen gran capacidad de trabajo, aún en cultivos densos y enmalezados. Realizan un mejor corte que la de hélice aunque no tan neto como las máquinas de movimiento alternativo o de discos.
¨ De discos: las cuchillas están montadas sobre varios discos que giran a alta velocidad. Producen un corte neto, sin repicado y con escaso desprendimiento de hojas. Tienen buena capacidad de trabajo y buen copiado del terreno.

Altura de corte

Desde el punto de vista de la sobrevivencia de las plantas y de la velocidad de rebrote no existen ventajas que justifiquen dejar remanentes de más de 5 a 7 cm de altura.

Presencia de malezas

Los efectos que tienen las malezas sobre el heno de alfalfa depende de la especie de que se trate. Desde el punto de vista nutritivo, la influencia depende de la especie y el estado fenológico de la maleza en el momento de corte.
Por otra parte la presencia de malezas suculentas, como el caso de "correhuela" (Convolvulus arvensis) retrasan el secado, con las consecuentes pérdidas en calidad. La presencia de especies con tallos gruesos puede dificultar el corte provocando atascamientos y roturas además de influir sobre la velocidad de secado.
En nuestra zona, es de suma importancia la presencia de "pasto blanco" o "flechilla" (Hordeum sp) que desmerecen la calidad del fardo y es uno de los grandes factores de la disminución del precio del primer corte, llegando en casos extremos a impedir la comercialización de los mismos.
A continuación, se mencionan algunos herbicidas que pueden ser utilizados en el control de las malezas más comunes presentes en la región. Es recomendable partir de un lote lo más limpio posible. Como herbicida de presiembra puede utilizarse trifluralina a razón de 1,8 a 2,4 l/ha, según el contenido de materia orgánica en el suelo, incorporándola con rastra de discos.
En cuadros enmalezados con correhuela o manzanillón, es conveniente realizar aplicaciones de glifosato, con dosis de 7 lt/ha en años anteriores, cuando la maleza está en floración.
En alfalfares implantados de nuestra zona, frecuentemente es necesario aplicar graminicidas para el control de "pasto blanco" como Quizalofop P Etil (dosis: 1,5 a 2 l/ha al 1,8 % de concentración), Haloxifop R Metil (dosis: 1,5 a 2 l/ha al 3 % de concentración), Setoxidim (dosis: 1,5 a 2 l/ha al 18,4 % de concentración).

Hora del día

Este factor está relacionado fundamentalmente con la etapa de secado posterior al corte. Cuando el corte se realiza en horas de la mañana, el secado será rápido y por lo tanto las pérdidas serán mínimas.
Por el contrario cuando el corte es efectuado en las últimas horas de la tarde, las temperaturas serán menores y la humedad del aire serán mayores, el secado más lento y las pérdidas por respiración se incrementan, aumentando el período de secado.
Como regla general, no debiera cortarse en un día, una superficie mayor a la que pueda enfardarse en el mismo período de tiempo para no aumentar el tiempo de exposición del forraje a condiciones que pueden afectar la calidad.

Secado

El objetivo básico es "secar rápidamente el pasto cortado manteniendo la mayor cantidad de hojas posible". El período de secado a campo es variable, dependiendo de la maquinaria utilizada, si se realiza acondicionamiento o no del forraje, de la densidad de la andana, de las condiciones climáticas y de la humedad del suelo. Durante el secado se producen pérdidas debidas a las siguientes causas:

Pérdidas por respiración

Luego del corte la tasa de fotosíntesis disminuye bruscamente, pero el proceso de respiración celular disminuye mucho más lentamente, siendo casi constante hasta que el forraje alcanza entre 40 y 50 % de humedad.
A partir de este punto la respiración disminuye abruptamente hasta hacerse insignificante a una humedad de 25 a 30 %. En el proceso de respiración se pierden los hidratos de carbono de mayor calidad, es decir, los más fácilmente digeribles por el animal.
De lo mencionado, surge claramente la importancia de lograr un secado lo más rápido posible. Las pérdidas por este proceso pueden variar desde un 3 % con buenas condiciones de secado hasta un 20 % con condiciones de alta humedad o lluvias.
Pérdidas por lixiviación o lavado de nutrientes
La alfalfa es susceptible al lavado de nutrientes hidrosolubles por efecto de las lluvias durante el proceso de secado. La calidad se ve afectada ya que los componentes lixiviados son carbohidratos no estructurales y proteínas solubles.
Este proceso es más importante cuando las lluvias ocurren en un momento avanzado de desecación ya que el forraje seco absorbe y libera agua más fácilmente con el consiguiente lavado de nutrientes.

Pérdidas mecánicas

Son provocadas por las pérdidas de hoja debido a la acción de vientos y lluvias fuertes o por la acción de las máquinas utilizadas para uniformar o acelerar el secado, juntar las andanas y dar vuelta el forraje luego de lluvias.
El uso de rastrillos para el andanado del forraje o para el volteo y agrupamiento de andanas provoca pérdidas por desprendimiento de hojas. Es muy importante tener en cuenta la humedad del forraje al realizar el rastrillado, considerándose una tarea riesgosa cuando la humedad del forraje ha descendido por debajo del 40 %.

Recolección

Entre los factores que influyen en esta etapa del proceso de henificación, se encuentran los siguientes:

Humedad del forraje

Si el forraje es enfardado con un contenido de humedad superior al 18-20 %, se producirá un deterioro en la calidad del heno.
Esta circunstancia favorece la respiración celular y el desarrollo de ciertos hongos que consumen carbohidratos de alta calidad y producen un aumento de la temperatura debido al calor generado a través de la respiración.
Si se alcanzan temperaturas muy elevadas, la digestibilidad de la proteína disminuye. En el caso de heno enfardado con humedad superior al 30 %, el desarrollo de hongos puede elevar la temperatura hasta 70º C, pudiendo incluso producir la combustión espontánea del fardo o rollo.

Condiciones ambientales

Las variables que más influyen son la humedad relativa y la radiación solar. Si el heno está demasiado seco, aumentará la pérdida de hojas y por consiguiente disminuirá la calidad. Dentro de lo posible, es recomendable enfardar de noche si no hay rocío o durante la mañana una vez que el rocío se ha disipado. Deben evitarse las horas del día más calurosas y secas.

Máquinas recolectoras

Pueden usarse enfardadoras o enrolladoras. Las enfardadoras tienen gran demanda de mano de obra para juntar y almacenar los fardos en forma manual, al contrario de las enrolladoras donde estas tareas se encuentran mecanizadas. Las rotoenfardadoras, por otro lado, presentan gran capacidad de trabajo.
Existen dos tipos de rollo, de núcleo flojo, producidos con cámaras de volumen fijo más compactados en la periferia que en el centro y de diámetro constante, mientras que los de núcleo compacto son hechos con máquinas de cámara variable, presentan una densidad homogénea y son de diámetro variable.
El grado de compactación no tiene un efecto directo sobre la calidad del fardo o rollo sino sobre la hermeticidad de los mismos a las lluvias durante el almacenamiento. Las pérdidas durante la recolección se deben a la caída de hojas y a una compactación deficiente.

Conclusiones

En síntesis, en nuestra zona, es posible lograr entre 150 a 300 fardos/ha y hasta 600 bajo riego, con una adecuada preparación de suelo, una correcta elección de la variedad a utilizar, utilización de herbicidas para el control de malezas y adecuados niveles de fertilidad, pero esos rendimientos deben mantenerse aún en el proceso de cosecha para lo cual es importante tener en cuenta el procedimiento de corte más adecuado.

Referencia Bibliográfica
La alfalfa en la Argentina de autores varios (editores: Edgardo Hijano y Ariadna Navarro). Ed. INTA, marzo 1995

Fertilización de alfalfa

Ing. Agr. Gustavo Duarte. 2007. Fertilizando.com.
Introducción

Para conseguir alta productividad se debe asegurar una adecuada preparación de la cama de siembra, analizar la necesidad de fertilización, controlar la calidad de la semilla, ajustar la densidad de siembra y cuidar el manejo inicial. Recomendaciones del Ing. Agr. Gustavo Duarte, asesor del CREA América.
La alfalfa y las pasturas con esta leguminosa fueron, por más de un siglo, los forrajes básicos utilizados extensivamente como fuente de nutrientes para el ganado. En la actualidad se mantiene su vigencia en los planteos productivos de carne o leche que requieren producción de pasto en calidad y cantidad. Para intensificar su cultivo es necesario conocer los factores que pueden condicionar su performance. El objetivo de este informe es revisar conceptos generales sobre algunos de esos elementos, que permiten lograr una mayor y más eficiente producción y utilización del forraje.

Aspectos nutricionales

La alfalfa es una especie de gran plasticidad, que puede prosperar desde las regiones semiáridas hasta las húmedas (es decir, en un rango óptimo de entre 500 y 1000 milímetros por año) y que requiere suelos bien aireados porque es muy sensible al allegamiento. La fotosíntesis puede quedar más afectada en esas condiciones que en las situaciones de déficit hídrico. Y la magnitud del daño dependerá del estado fisiológico de la planta y de la temperatura ambiental.
Además, esta leguminosa no desarrolla bien en suelos de textura fina y tampoco le son favorables los salinos o alcalinos que poseen conductividades eléctricas superiores a los 8 mmhos/cm, que reducen la producción en un 50 o 65 por ciento.
La alfalfa está adaptada morfológica y fisiológicamente para resistir prolongados déficits hídricos, como consecuencia de que sus raíces pueden penetrar profundamente en el perfil del suelo y están en condiciones de extraer agua desde más de dos y cuatro metros, a partir del segundo y del tercer año, respectivamente.

Requerimientos

Los requerimientos nutricionales varían según el nivel de producción y el manejo al que está sometido el cultivo. Por ejemplo, las necesidades son máximas cuando la alfalfa se usa exclusivamente para corte, porque no existe un reciclado de nitrógeno a través de la orina o del potasio y del fósforo mediante la bosta. Estos últimos se pueden reciclar en un 70 u 80 por ciento. El fósforo es necesario para lograr un establecimiento exitoso y un buen desarrollo de las raíces. Además, en condiciones adversas -como suelos fríos o sequías, que reducen la absorción de los nutrientes- ayuda a que continúe el desarrollo radicular y se asegure la supervivencia de la planta.
La alfalfa obtiene el nitrógeno mediante su relación simbiótica con el Rizobium. Los excedentes quedan en el suelo y la cantidad fijada depende del número de plantas que tiene la pastura.
El potasio es demandado en altas cantidades y es esencial para aumentar la tolerancia al frío y para brindar una mayor resistencia a ciertas enfermedades.
El calcio es vital para la fijación del nitrógeno y para promover el desarrollo radicular. Por su parte, el magnesio está relacionado con el metabolismo de los carbohidratos. Las deficiencias se presentan cuando el umbral en el suelo desciende por debajo de 0,6 meq/100 g, o cuando existen antagonismos con el potasio, que muestra exceso para muchos suelos de la región pampeana.
El azufre interviene en la síntesis de las proteínas. Es deficitario en los suelos arenosos y esa situación se acentúa a partir del segundo año de cultivo. El boro actúa sobre el movimiento del calcio en la planta y es fundamental en la velocidad de crecimiento radicular, en las nuevas hojas y en el desarrollo de yemas. El umbral crítico está en alrededor de 1 ppm en el suelo o en 30 ppm en las plantas.
Por otra parte, el pH del suelo condiciona el rendimiento y la salud de la alfalfa, debido a su impacto en la dinámica de los nutrientes (fundamentalmente, en el calcio y el fósforo) y al determinar la viabilidad de la nodulación.
Las bacterias no pueden sobrevivir a bajos niveles de pH. En esas condiciones no hay fijación de nitrógeno y la planta lo tiene que extraer del suelo para poder formar sus proteínas. Sin embargo, la alfalfa es una especie ¡nesciente en la absorción de este elemento, sobretodo si está en mezcla con gramíneas.
El estado nutricional no siempre es correctamente relevado por los análisis del suelo. Por eso, la posibilidad de complementarlo con las determinaciones foliares ayuda a detectar los niveles críticos de algunos nutrientes, como el azufre o los microelementos.

Corrección de déficits

El objetivo del agregado de fertilizantes es suplir las deficiencias del suelo en aquellos nutrientes que afectan al normal desarrollo del cultivo. Es decir, se intenta conseguir mayor productividad y calidad de forraje, mayor tiempo de aprovechamiento, mayor perennidad y mayor crecimiento inicial y velocidad de rebrote.
A su vez, la acidez del suelo debe ser corregida mediante el encalado. En este sentido, se pueden utilizar diversas fuentes, como los carbonatos de calcio, la dolomita, la calcita, etcétera. Esta práctica genera una mejor implantación y persistencia de la alfalfa y permite una mayor actividad de la fijación de nitrógeno.
Los suelos arenosos requieren una menor cantidad de corrector para llegar al mismo valor de pH que los arcillosos. No obstante, demandan aplicaciones más frecuentes (cada 3 a 5 años). Y, debido a que la cal reacciona muy lentamente, se requiere un largo tiempo para su asimilación en el suelo. Por lo tanto, se recomienda su aplicación 6 a 12 meses antes de la siembra de la alfalfa.
En la práctica, la enmienda debería hacerse en un momento previo a la siembra del cultivo antecesor (por ejemplo trigo o girasol), y su distribución tendría que realizarse a voleo con incorporación y mezclado uniforme (rastra doble), o en superficie si se trata de planteos en labranza cero. En este último caso su incorporación se hace lentamente a través del efecto de las precipitaciones.

FERTILIZACIÓN inicial

La fertilización inicial -arrancadora de la alfalfa- está asociada básicamente al uso de fuentes fosforadas de rápida disponibilidad.
La velocidad de liberación del fósforo a partir de la fase sólida del suelo es, a veces, menor a la capacidad de absorción de las raíces, ante lo cual las plantas pueden sufrir deficiencias. La fertilización con fósforo de rápida disponibilidad hace crecer abruptamente su cantidad en solución y ayuda al mejor desarrollo inicial del cultivo.
Las aplicaciones pueden realizarse a voleo previo a la siembra, con incorporación, o en la línea y al costado de la misma. Pero esto dependerá de la fuente que se utilice para no generar problemas de fitotoxicidad. Las aplicaciones localizadas incrementan la eficiencia de utilización del nutriente, debido a la escasa movilidad del fósforo; con este sistema la dosis se puede reducir 50 % o más. Los fertilizantes con nitrógeno amoniacal (fosfato diamónico, urea, etcétera), agregados en la misma línea de siembra o muy cerca, pueden producir efectos fítotóxicos muy severos. Por lo tanto, no es recomendable emplearlos en esas condiciones. En cambio, la utilización de fuentes fosforadas, como el fósforo tricálcico (superfosfato), no ocasiona problemas por su localización.
El aporte de nitrógeno en la implantación puede ser favorable cuando se trata de alfalfas en consociación, ya que beneficia el establecimiento de las gramíneas. Y también es conveniente, en especial, en los planteos de siembra directa.
No obstante, el manejo del producto y su localización deben hacerse cuidadosamente para no afectar la viabilidad de la semilla o provocar fallas en la nodulación de la alfalfa. Por eso, fuentes como el nitrato de amonio cálcico-magnésico, el sulfato o sulfonitrato de amonio resultan más convenientes.

Refertilización

Es recomendable hacer un aporte periódico de nutrientes en los alfalfares establecidos, para incrementar los niveles de fósforo y corregir los déficits temporarios de nitrógeno de las gramíneas (en otoño o a la salida del invierno), de azufre o de microelementos.
Los relevamientos del CREA América 1 muestran la posibilidad de respuesta a zinc, azufre y fósforo, que fue detectada mediante el sistema DRIS, que establece jerarquías deficitarias en estos elementos.
En el caso del fósforo, las fuentes para la refertilización pueden ser el hiperfosfato o el fósforo orgánico. La corrección de los déficits mediante los fertilizantes foliares sólo resulta efectiva en el caso de los microelementos.

Cama de siembra

La condición óptima de la cama de siembra es aquella que permite depositar la semilla en la profundidad adecuada y en un intimo contacto con el suelo, generando un ambiente de desarrollo sin limitantes. Para esto último se requiere que esté libre de malezas, sin impedancias físicas subsuperficiales, con óptima condición de humedad, con bajo nivel de cobertura de rastrojo y con una superficie firme.
El barbecho debe dejar al suelo libre de las malezas que consumen el agua y los nutrientes. Además, es fundamental que no haya malezas perennes (como gramón, sorgo de Alepo, cebollín, etcétera), ya que no sólo condicionan la implantación, sino que su agresividad deteriora muy rápidamente a la pastura implantada.
Igualmente, la eliminación de las compactaciones subsuperficiales favorece el normal enraizamiento y la exploración de un mayor volumen del suelo.
La condición de humedad y la cobertura están relacionadas con el cultivo antecesor, que debe finalizar su ciclo lo suficientemente temprano como para permitir recargar el perfil con humedad, dejar un rastrojo lo menos voluminoso posible y no condicionar la fecha de siembra.
Duarte y sus colaboradores demostraron que hay una escasa asociación entre el cultivo antecesor (maíz de pastoreo, girasol, cultivos de cosecha fina y verdeos de invierno) y la implantación de la alfalfa, si las anteriores condiciones son controladas.
Los niveles de cobertura tienen una importancia real en los planteos de siembra directa. Así, Fontanetto y colaboradores mostraron que sobre las pasturas degradadas sólo se logra el 30 % de la implantación de la alfalfa (sobre el 100 % logrado con la siembra convencional).
Eso sucede por los problemas de compactación provocados por el pisoteo y los probables efectos alelopáticos producidos por las sustancias emitidas por las raíces y las hojas de la alfalfa, que reducen la germinación y el crecimiento de las plántulas.
Sobre los rastrojos de cosecha la eficiencia osciló entre el 60 y el 90 %. Los valores más bajos fueron logrados sobre maíz y sorgo, ya que sus altos volúmenes de rastrojo son una barrera física para el crecimiento de las plántulas de alfalfa.
La uniformidad de la distribución de los rastrojos es, también, un factor clave en el resultado de la implantación. Esto debe ser considerado en el momento de la cosecha (especialmente con las colas de la trilladora de girasol).

Época de siembra

La alfalfa germina en el rango de temperaturas que se encuentra entre los 5 y los 35º C. El óptimo se ubica entre los 19 y los 25, y en los 10º C está el mínimo requerido para su normal crecimiento inicial. Como es sensible al frío en la etapa de cotiledón y de la primera hoja unifoliada, debería superar esos estadios antes que se produzcan las heladas.

Diseño y sistema de siembra

En general, los diseños de siembra se subordinan a los sistemas, porque de estos depende, en gran medida, la eficiencia de la implantación. Si bien la distribución espacial a voleo puede ser mejor, este sistema tiene una baja eficiencia.
Duarte y sus colaboradores mostraron que los diseños de siembra que alternan gramíneas y leguminosas logran un mejor stand de plantas de alfalfa que los que contemplan dos líneas de leguminosas y una de gramínea, o las que incluyen gramíneas y leguminosas juntas en línea. Esto estuvo asociado a la calidad de las sembradoras y a la competencia entre las gramíneas y las leguminosas.
En el mismo trabajo se observó una marcada diferencia en favor de los sistemas de siembra que contemplan la limitación de profundidad y la compactación de la línea de siembra.

Profundidad de siembra

La profundidad de siembra de alfalfa es el gran problema para resolver a campo, porque desde que la semilla germina decrecen sus reservas hasta que la planta forma hojas verdes y se independiza de ellas. Eso hace que en todas las plántulas exista un periodo crítico en el cual las reservas son bajas y el área fotosintetizante no es suficiente.
Cualquier adversidad -como una sequía, ataque de insectos o altas temperaturas- entre otros factores, puede provocar pérdidas importantes. Por eso es necesario acortar al máximo esa etapa. Y como el tamaño de la semilla y el tipo de suelo interactúan con la profundidad, la mejor eficacia de la implantación se logra en los suelos livianos y con semillas grandes.

Calidad de la semilla

La siembra de la alfalfa debe realizarse con semillas de alta calidad física y genética. El primer atributo está asociado con el tamaño, con el poder germinativo, con el grado de contaminación con las malezas y con los cuerpos extraños, además del grado de dureza.
La presencia de semillas duras implica una alta resistencia de los tegumentos a la penetración del agua.
Así, se genera una germinación más lenta y, en consecuencia, tardía. De todos modos, seria necesario no utilizar la semilla recientemente cosechada o, si no, escarificarla para reducir las pérdidas de la implantación.
En tanto, la calidad genética se define por el conjunto de las características heredables de una variedad. Duarte y sus colaboradores demostraron que existe una estrecha asociación entre la eficiencia de la implantación y ese factor.

Densidad

La cantidad y la distribución de las precipitaciones, la época de siembra, la calidad de la semilla y, fundamentalmente, la eficacia de la máquina sembradora, son los principales factores que influyen en la densidad de siembra.
La proporción de plantas que sobrevive luego del primer año es, en relación al número de las semillas sembradas, muy variable. Pero se asocia poco a la densidad inicial, ya que la mortandad de las plantas durante los primeros meses es directamente proporcional a ella: Los stands densos pierden más plantas que los logrados con bajas densidades y llegan al primer año con un número similar de plantas.
Smith y colaboradores (1962) determinaron que, si bien las altas densidades de siembra permiten un aprovechamiento inicial más rápido, las poblaciones alcanzadas no son superiores una vez que la pradera está establecida. La competencia que se establece entre plantas, primero a nivel radical, y luego por la luz, determinará la densidad de plantas final al año.
Además, Romero y colaboradores (1991), y Juan y otros obtuvieron resultados similares. La conclusión fue que en la pradera pampeana el stand de 30-70 plantas establecidas por metro cuadrado es suficiente para alcanzar máximos rendimientos de forraje.
Entonces, es posible disminuir sensiblemente la densidad de siembra, pero siempre que se controlen adecuadamente los otros factores que causan la inseguridad del establecimiento. Por otra parte, es común observar excelentes alfalfares establecidos con 4-5 kilos por hectárea de semilla pura por hectárea y empleando la tecnología disponible.

Cultivo acompañante

La utilización del cultivo acompañante fue justificada, en los suelos livianos, por la necesidad de reducir los problemas de erosión al alcanzarse la rápida cobertura y disminuir el efecto de la competencia de algunas malezas sobre las especies perennes. También fue impulsada por el aporte del forraje en los periodos críticos de oferta. No obstante, en muchas ocasiones, el beneficio de una mayor producción de forraje debe balancearse con los niveles de competencia que afectan a la pastura y a su imposibilidad de regularlos.
Por ejemplo, es difícil definir qué especie es la más competitiva para la alfalfa, ya que las variaciones climáticas, las alternativas de uso (del forraje o grano), la densidad y el sistema de siembra producen diferencias muchas veces superiores a las observadas entre especies.
Sin embargo, en general, se observa que la cebada y los trigos de ciclo corto son menos agresivos que la avena. Y ésta, a su vez, no es tan competitiva como el trigo de ciclo largo y el centeno. Este último cultivo si es, por su poderoso sistema radical, el mas ofensivo, ya que ejerce una mayor competencia por el espacio y la luz.
En los suelos de buena disponibilidad hídrica y nutricional la competencia del acompañante es por la luz. La alfalfa tolera bajos niveles de luminosidad sólo durante períodos cortos. Por eso, puede manifestar una acentuada clorosis y una disminución de su desarrollo cuando es sombreada por el acompañante. En los suelos arenosos, la competencia por la humedad es el factor más importante.
Cuando se atrasa la fecha de siembra se acentúan los efectos de la competencia del acompañante, mientras que el sistema de siembra y su densidad tienen un marcado efecto sobre el número de plantas de alfalfa: cuando se mezcla el cultivo acompañante con la leguminosa en la misma línea se produce una fuerte caída en la producción de ésta, en comparación con la ubicación en líneas separadas.
Por otro lado, a medida que aumenta la densidad del acompañante se incremento, en general, la competencia sobre la especie de la pastura. Las densidades no superiores a 30-50 plantas por metro cuadrado para el acompañante fueron señaladas por Duarte y sus colaboradores como no críticas para el establecimiento de la alfalfa, pero su efecto puede ser muy variable al momento del primer pastoreo. En síntesis, se puede utilizar cultivos acompañantes, pero siempre en bajas densidades, con siembras en hileras separadas de la alfalfa, en fechas tempranas y evitando que se los destine para producción de grano. Si los suelos no tienen riesgos de voladuras y se hace un buen control inicial de las malezas, es posible prescindir de su uso para favorecer un rápido establecimiento y una alta producción inicial de la alfalfa.

Tratamiento de la semilla

Frente a la ausencia de los rizobios naturales, o la inesciencia de existentes, es conveniente la inoculación de la semilla antes de la siembra.
La operación debe ser realizada a la sombra, evitando los fertilizantes ácidos -como el superfosfato triple- y la semilla tiene que ser sembrada dentro de las 24 horas de tratada, ya que un almacenaje prolongado provocará una rápida declinación en el número de rizobios viables.
Asimismo, la semilla pelleteada con carbonato de calcio tiene ventajas, porque esa cobertura neutraliza la acidez en el microambiente edáfico donde desarrolla. Esto facilita la penetración y la multiplicación de los rizobios en las raicillas. Además, esta capa también protege al inóculo contra la desecación, permitiendo almacenar la semilla tratada por un tiempo más prolongado.

El valor de un Rollo

Los henos (rollos-fardos) son fuente primaria de fibra y cumplen una función irremplazable en la alimentación del ganado bovino.

La fibra es necesaria para:
♦ regular el ambiente ruminal (promueve la rumia y el flujo de saliva)
♦ reducir el empaste
♦ evitar "diarreas" en dietas muy húmedas (modera la tasa de pasaje de pasturas tiernas - aguachentas)
♦ mejorar el aprovechamiento de la suplementación con concentrados (modera la tasa de pasaje y la fermentación del almidón).
Y es indispensable en dietas con sueros o permeados de suero.
La fibra es un nutriente básico en las raciones de las vacas y cuando falta o se suministra en un nivel muy escaso comienzan a presentarse problemas metabólicos.
Los henos, además de contener altos porcentajes de materia seca (mayor al 85 %) cuando provienen de leguminosas también pueden ser una fuente importante de proteína. Este tipo de henos (de trébol rojo o soja) es de menor calidad que un buen heno de alfalfa, principalmente por su dificultad para el procesamiento.
Los henos provenientes de rastrojos de cosecha generalmente son de mala calidad nutritiva y baja palatabilidad. Se pueden utilizar como alternativa de alimentación para alguna categoría animal de bajo requerimiento y en situaciones críticas de oferta forrajera.
En función a la calidad y el valor nutritivo; los henos de rastrojos pueden ordenarse, de mayor a menor, de la siguiente manera:
1) Avena
2) Trigo-Cebada
3) Maíz
4) Sorgo
5) Moha
6) Soja/Girasol
Estos son algunos factores que influyen en la calidad del heno:
♦ fertilidad del lote
♦ especie y variedad forrajera
♦ estado fisiológico de la planta
♦ porcentaje de malezas en el cultivo
♦ daños causado por insectos
♦ enfermedades de las plantas (especialmente las que afectan las hojas)
♦ condiciones climáticas durante el corte, secado a campo y cosecha
♦ tecnología de cosecha: preparación de la maquinaria a utilizar; momento del día para iniciar el corte; operación de corte, hilerado, enfardado
♦ almacenamiento
Pasturas de excelente calidad pueden generar henos de muy mala calidad si no se los realiza y procesa adecuadamente.

Ing. Agr. Sergio E. Debernardi

Calidad de los rollos de rastrojo de soja

Ing. María Susana Guaita*. 2004. Boletín INTA Informa Nº 300.
*INTA Balcarce

En los establecimientos mixtos es tradicional utilizar los rastrojos para la alimentación de los animales, especialmente de las vacas de cría en sus etapas de menor requerimiento nutritivo. Por otra parte, ante la gran expansión del cultivo de soja, muchos ganaderos se han interesado en destinar los residuos de la cosecha a reserva forrajera.
El INTA Balcarce analizó una serie de muestras de este material, que promediaron:
¨ 87,5 % de materia seca (M.S.),
¨ 4,4 % de proteína bruta (P.B.),
¨ 73,5 % de fibra detergente (FDN) y
¨ 1,37 Mcal por kg de M.S de aporte energético.
Estos valores son pobres en P.B. y aporte energético, pero excesivamente altos en FDN comparados con los rollos de pastura o moha.
En consecuencia, los rollos de rastrojo de soja no son aptos para ser usados como único alimento. Pueden utilizarse con muchas precauciones en baja proporción de la ración complementados con fuentes de proteína y energía, como por ejemplo expeller de girasol y grano de maíz.

Alfalfa: para lograr una buena Implantacíon

Introducción

El cultivo de alfalfa es una de las actividades más importantes de la zona, dado que es el soporte de la suplementación nutricional en invierno tanto de hacienda a campo y en cabañas como de animales de trabajo.
Gran parte de la producción de fardos se vende a otras regiones de la Patagonia ya que resulta esencial disponer de una buena reserva forrajera en inviernos muy crudos y nevadores. Por esto es muy importante tener siempre en cuenta todos los aspectos que influyen en una buena implantación de este cultivo.
En la implantación podemos diferenciar dos etapas. La primera implica colocar la semilla en el lugar y momento oportuno para lograr una adecuada germinación y la emergencia de los cotiledones. Durante la segunda etapa se inicia el crecimiento y desarrollo de la planta.
En los procesos de implantación interactúan numerosos factores tales como temperatura y humedad de suelo (estrechamente ligados a la época de siembra), la calidad física y genética de la semilla, la eficiencia de la maquinaria de siembra (densidad y profundidad), los cultivos acompañantes, la preparación del suelo y el nivel de fertilidad y acidez del mismo.
La alfalfa es una especie de gran plasticidad, que puede prosperar en regiones semiáridas, subhúmedas y húmedas. Tolera sequías pero es muy sensible a la falta de oxigenación a nivel radicular provocada por el anegamiento del suelo, por lo que deben evitarse lugares inundables o mallinosos.
Si bien esta especie tiene un sistema radicular profundo, depende del nivel de fertilidad de las capas superficiales para satisfacer sus necesidades nutricionales.
En cuanto a la época de siembra, en nuestra zona se realiza durante la primavera, ya que las siembras otoñales se ven severamente afectadas por las condiciones climáticas, produciéndose una gran pérdida de plántulas debido al “descalce” provocado por las heladas.
Además de los cuidados que deben prestarse a la preparación del suelo, debe tenerse en cuenta la calidad de semilla a utilizar, la densidad de siembra, inoculación de la semilla y el uso de cultivos acompañantes.

Inoculación y tratamiento de la semilla

Un buen cultivo de alfalfa debe contar con un excelente desarrollo de los rizobios que deben asociarse a sus raíces y que intervienen en la fijación de nitrógeno en el suelo.
La ausencia o ineficiencia de rizobios naturales que intervienen en la fijación de nitrógeno atmosférico, hace que sea conveniente inocular la semilla previo a la siembra. El método más común es poner en estrecho contacto al inoculante con la semilla ligeramente humedecida.
La semilla debe inocularse a la sombra, evitando el contacto con fertilizantes ácidos como por ejemplo el superfosfato y debe ser sembrada dentro de las 24 horas posteriores al tratamiento ya que de lo contrario se producirá una rápida disminución en el número de rizobios viables.
En suelos moderadamente ácidos es conveniente peletear la semilla, lo cual consiste en adherir a la semilla carbonato de calcio en polvo y el inoculante de rizobios a través de adhesivos especiales. En algunos casos el peleteado incluye el agregado de micronutrientes y funguicidas.

Densidad de siembra

La cantidad de semilla a utilizar dependerá de la calidad de la semilla, la cantidad y distribución de lluvias, la preparación del suelo y la eficiencia de la maquinaria sembradora.
En general las densidades utilizadas en la zona son elevadas (12 a 15 kg/ha) en relación con la cantidad de plantas necesarias para lograr los máximos rendimientos de forraje (30 a 70 plantas/metro cuadrado).
De acuerdo al tamaño de la semilla de alfalfa, y si los demás factores que influyen sobre el resultado final de la implantación son debidamente controlados (preparación del suelo, calidad de semilla, maquinaria de siembra adecuada, control de malezas, fecha de siembra), podría lograrse una densidad de plantas adecuada utilizando tan solo 4 kg/ha de semilla.
Los stands inicialmente muy densos pierden plantas en mayor proporción que los logrados con densidades bajas, presentando en un plazo relativamente corto, un número similar de plantas

Cultivos acompañantes

La inclusión de cultivos acompañantes es una práctica ampliamente difundida, que se justifica en los siguientes casos:
¨ En suelos livianos propensos a erosión eólica donde se logra una rápida cobertura del suelo a través del acompañante.
¨ En lotes muy enmalezados, en los que el cultivo acompañante reduce sensiblemente el efecto negativo que ejercen sobre la alfalfa ciertas malezas primaverales.
¨ Para aumentar la cantidad de forraje logrado el primer año.
Los cultivos acompañantes más utilizados son avena, centeno y trigo
Si bien el uso de un cultivo acompañante se justifica en las situaciones antes mencionadas, éste compite con la alfalfa por agua, luz y nutrientes.
En suelos con buena fertilidad y disponibilidad de humedad, la competencia por luz es la más importante. A medida que se atrasa la fecha de siembra, la competencia ejercida por los cultivos acompañantes se acentúa, reduciendo la posibilidad de lograr una buena población inicial de plantas de alfalfa.
Se ha observado que cuando el cultivo acompañante se destina a la producción de grano, la producción de alfalfa durante la primera temporada se reduce marcadamente, por lo tanto es importante cosechar el cultivo acompañante lo mas rápido posible (pastoreo o corte para henificar).
La densidad del cultivo acompañante debe ser tal que permita lograr establecer entre 20 y 30 plantas por metro cuadrado. En general, la cantidad de semilla del cultivo acompañante, dependiendo del cereal utilizado, variará entre 20 y 30 kg/ha.
Preparación de suelo y cultivo antecesor
Se debe prestar especial cuidado en la preparación del suelo para su siembra, debido al pequeño tamaño de la semilla. Las labores deben efectuarse con la anticipación suficiente como para permitir la acumulación de agua en el perfil del suelo, iniciando el laboreo, de ser posible, durante el otoño (arada).
Si bien la alfalfa absorbe alrededor del 70 % del agua en los primeros 30 cm de suelo, las plantas necesitan desarrollar un sistema radicular profundo, ya que en los períodos de sequía aproximadamente el 30 % del agua es extraída de profundidades cercanas a 1,5 metros.
El cultivo que precede a la alfalfa debe finalizar lo suficientemente temprano como para permitir humedecer el perfil del suelo con las lluvias otoño invernales y además dejar un rastrojo poco voluminoso y relativamente limpio de malezas, que permita hacer un barbecho limpio.
Cuando se detecte una zona de compactación en el perfil del suelo, será necesario recurrir a labores tales como subsolado o cincelado, dependiendo del grado de compactación.

Sistema y profundidad de siembra

La profundidad a que se deposita la semilla y el contacto de ésta con la humedad del suelo son los principales factores a considerar en el momento de la siembra.
La profundidad más adecuada varía entre 1,5 y 2 cm, dependiendo de la textura del suelo (textura más gruesa, más profundidad).
Una ligera compactación previo a la colocación de la semilla permite un mejor trabajo del tren sembrador en relación con la profundidad de siembra. La compactación posterior a la colocación de la semilla reestablece la capilaridad del suelo mejorando las condiciones de humedad en superficie.
Lo ideal es que esta compactación sea realizada sobre los costados de la hilera y no sobre la misma para que no interfiera con la emergencia de plántulas. Tampoco debe compactarse entre las hileras para no favorecer la proliferación de malezas. Si se fertiliza al momento de siembra, el fertilizante deberá ser depositado por debajo y al costado de la semilla.

Cuidados especiales en el establecimiento

El control de malezas comienza durante la preparación del suelo y debe continuar durante el establecimiento utilizando herbicidas específicos.
En nuestra zona, es de fundamental importancia el uso de herbicidas postemergencia para evitar la proliferación de gramíneas, fundamentalmente flechilla (Hordeum sp) que deprecian la calidad del forraje obtenido.
Si bien existen en la actualidad un gran número de variedades resistentes a áfidos (pulgones) que toleran una alta carga de pulgones, en algunos casos y sobre todo al estado de plántula puede resultar necesario realizar controles químicos.

Elección de la variedad a utilizar

Una característica importante al elegir la variedad de alfalfa a implantar es el grado de reposo invernal (latencia). Esta es una característica genética que permite a la alfalfa mantenerse en estado latente durante el período de bajas temperaturas y heladas invernales.
Antes de este período se produce una acumulación de reservas de hidratos de carbono en la raíz y corona, que facilitan el rebrote en la primavera, tan pronto como las condiciones se tornan favorables para el crecimiento.
Una variedad de alfalfa con latencia larga es aquella que con los primeros fríos del otoño deja de crecer activamente (grupos de latencia bajos, ej. 2 y 3), iniciando el reposo invernal hasta la primavera siguiente.
En general existe una relación inversa entre grado de latencia y persistencia o duración del cultivo, resultando más longevos aquellos cultivares con mayor latencia invernal.
Así mismo, los cultivares con latencia larga presentan coronas de mayor tamaño con mayor número de tallos por planta. Por otra parte, los cultivares con distinta latencia producen la mayor cantidad de forraje en diferentes épocas del año.
Así, por ejemplo las variedades de alfalfa de los grupos 8, 9 (poca latencia) producen forraje preferentemente en otoño-invierno, mientras que los cultivares de los grupos 4, 5 y 6 (de latencia intermedia a larga, que serían los recomendados para nuestra zona) concentran la producción de forraje en primavera, resultando ser apropiados para esquemas de corte destinados a la conservación de forraje.

Control de malezas en Alfalfa


La alfalfa es la principal forrajera de la provincia de Córdoba. Su uso más importante es para pastoreo directo, y en segundo término para corte, destinándose su producción a la confección de rollos y fardos como reserva forrajera para el invierno. En cualquier caso, la alfalfa suele sembrarse pura o asociada con gramíneas, tanto como cultivo protector como con forrajeras templadas. Lo más probable es que la siembra se haga sobre terreno preparado con anticipación, pero también suele realizarse en siembra directa.
Como cualquier otro cultivo, uno de los principales problemas de la alfalfa es la presencia de malezas que nacen junto con o después del mismo. En lo posible, se debe prescindir de hacer alfalfa en lotes con mucha infestación de cebollín (Cyperus rotundus), porque su presencia atenta contra la permanencia de la misma. También es posible que no se logre un stand adecuado de plantas cuando se hace alfalfa en siembra directa sobre lotes con mucho gramón (Cynodon dactylon), aún cuando la maleza se haya controlado previamente con glifosato. En líneas generales, salvo que se posea una sembradora adecuada y se utilicen lotes aptos para la alfalfa (es decir: no muy enmalezados ni con mucho rastrojo superficial), no es aconsejable sembrar alfalfa en siembra directa.
Una solución para lotes con problemas serios de malezas perennes que se destinarán en el futuro al cultivo de alfalfa, sería sembrarlos primero con soja “RR”, de manera que las malezas puedan controlarse con dosis convenientes de glifosato, aplicadas antes o después de la emergencia del cultivo. Con esta metodología, lotes con presencia de malezas complicadas pueden “limpiarse” bastante bien antes de la siembra de la alfalfa.
Además de todo lo anterior, y a fin de lograr una buena implantación del alfalfar, se deben tener en cuenta también algunas consideraciones que son de suma importancia. La primera es sembrar semilla de calidad, con buena energía germinativa y libre de semillas de malezas. En muchos casos, esta premisa no se tiene muy en cuenta y se obtienen alfalfares con pocas plantas y enmalezados con abrepuños (Centaurea spp.) y cuscuta (Cuscuta spp), malezas no comunes en nuestra zona. También es necesario que la densidad de siembra sea la correcta (alrededor de 10 kg/ha o 350-400 plantas/m2). Si bien no es imprescindible tener una cantidad excesiva de plantas/m2, ese número debe ser lo suficientemente alto como para que el cultivo pueda ejercer una buena competencia sobre las malezas. Está demostrado que logrando una buena implantación se obtiene mayor perdurabilidad del cultivo.
Además de las consideraciones ya mencionadas, se debe programar un adecuado control de malezas, siendo el momento más oportuno durante la implantación. Por consiguiente, se deben utilizar herbicidas de presiembra, de preemergencia o de postemergencia temprana. Tanto en labranza convencional (suelo preparado con anterioridad y presencia de malezas juveniles) como en siembra directa, una aplicación de glifosato es fundamental, ya que eliminará una gran cantidad de malezas que provocarán la mayor competencia a la alfalfa. Después de la aplicación se deberá esperar algunos días y, en lo posible, sembrar sin previa remoción del suelo. La nueva camada de malezas tardará en aparecer y permitirá a la alfalfa germinar sin inconvenientes.
Con labranza convencional, si se conoce el lote y se prevee una importante infestación de ortiga mansa (Lamium amplexicaule), perejilillo (Bowlesia incana) y pasto puna (Stipa brachychaeta), malezas muy comunes en el área, se aconseja utilizar trifluralina 48% a razón de 1,5 l/ha e incorporar el producto inmediatamente; luego sería conveniente esperar de 3 a 7 días para sembrar la alfalfa. En este caso no se debe emplear una gramínea como acompañante porque el producto la afectaría. La trifluralina, además, previene la invasión de otras malezas que podrían competir con el cultivo. De acuerdo con la información disponible, las formulaciones de trifluralina que no necesitan ser incorporadas al suelo son menos efectivas que las que deben incorporarse.
Otro herbicida que se puede usar en preemergencia (sin incorporación), antes que emerja la alfalfa, es flumetsulam 12% a la dosis de 0,5 l/ha. Este producto es muy eficiente en el control de especies de la familia Brassicáceas, malezas muy comunes en los alfalfares y que incluye entre las más frecuentemente citadas a la bolsa del pastor (Capsella bursa-pastoris), el nabillo o mostacilla (Sisymbrium irio), la altamisa colorada (Descurainia argentina), el mastuerzo (Coronopus didymus), el nabo (Brassica campestris), el nabón (Raphanus spp.), etc. La particularidad de estas malezas es que escapan a la acción de la trifluralina.
Para un efectivo control de malezas, los productos mencionados anteriormente muy probablemente necesitarán ser complementados con un herbicida o una mezcla de herbicidas postemergentes. Por ejemplo, si se utilizó trifluralina, seguramente la pastura va a estar acompañada de Brassicáceas y cardos, principalmente cardo pendiente (Carduus thoermeri). Estas malezas se eliminan muy bien con 2,4-DB 100%, a razón de 0,5 a 1,0 l/ha, aunque resulta mas selectiva para el cultivo la formulación sal al 50%, usada en dosis doble. Las dosis más altas se recomiendan para casos de malezas muy desarrolladas y/o cuando la pastura tiene una elevada infestación de cardos. Para ampliar el espectro de control, se puede usar la mezcla de 2,4-DB (0,3 a 0,4 l/ha) con clorimuron 25% (15 a 25 g/ha), ó con imazetapir 10% (0,6 a 0,8 l/ha). Otros herbicidas que se pueden combinar con 2,4-DB son bromoxinil 34,6% (0,5 a 0,7 l/ha); bentazón 60% (0,6 a 0,7 l/ha); flumetsulam 12% (0,2 a 0,25 l/ha) y diflufenicam 50% (todavía sin registro en alfalfa) (0,1 a 0,15 l/ha). Es importante que la alfalfa tenga por lo menos 3 hojas trifoliadas cuando se hacen las aplicaciones postemergentes. Cuando se emplea clorimuron, se debe tener la precaución que el cultivo no sufra heladas poco tiempo antes o después de la aplicación, dado que el herbicida detiene el crecimiento de las plantas y las hace más sensibles al efecto de las heladas. Todos los productos recomendados en postemergencia, salvo el imazetapir, se pueden aplicar sobre alfalfares asociados con gramíneas.
Normalmente, cuando se hace un tratamiento antes y otro después de la emergencia del cultivo, se obtiene muy buen control de malezas. Ello contribuye a lograr mejor productividad y calidad de forraje en el primer corte y subsiguientes. Sin embargo, el manejo posterior de las malezas será clave para seguir obteniendo calidad y también perdurabilidad de la pastura. Después de implantado el cultivo, se deberá tener especial cuidado con el escape de pasto puna, cuyo principal período de nacimiento es la época otoñal. Aplicaciones para controlar esta maleza deberán realizarse entre los meses de mayo a julio, cuando la maleza todavía está en sus primeros estados de desarrollo. Entre los varios productos de acción graminicida que se pueden utilizar para controlar pasto puna, el más recomendado es cletodim 25%, a razón de 0,4 a 0,6 l/ha con el agregado de 1,5 a 2,0 l/ha de aceite mineral ó coadyuvante “Chevrón”. También el quizalofop-p-etil 1,8%, a razón de 2,0 a 3,0 l/ha, y el propaquizafop 10%, en dosis de 0,6 a 0,8 l/ha, controlan bien a esta maleza en estado juvenil. Por el contrario, si el pasto puna ya logró formar matas grandes, su control con graminicidas es muy difícil y antieconómico.
Otras malezas problemáticas para la alfalfa son el gramón y las gramíneas anuales de verano, principalmente pasto cuaresma (Digitaria sanguinalis), grama carraspera (Eleusine indica) y pasto colorado (Echinochloa colonum). También para estas especies se deben usar los graminicidas mencionados y otros que se venden en el comercio. Lo ideal es que las especies anuales se controlen en un estado juvenil durante la primavera, ya que después resulta más dificultoso y el daño a la pastura ya fue realizado. En gramón se observó buen control con haloxifop-r- metil y quizalofop-p-tefuril, a razón de 3,0 a 4,0 l/ha, aunque también los otros graminicidas previamente mencionados pueden ejercer un control razonable. El mejor momento para controlar el gramón es desde fines de febrero hasta abril, unos días después de un corte o pastoreo y antes que comiencen las heladas. En general las malezas gramíneas crean bastantes problemas porque se benefician con el aporte de nitrógeno que hace la alfalfa, creciendo rápidamente y tornándose muy agresivas con la pastura. Además, existen otros factores que contribuyen a dificultar el manejo de las malezas gramíneas, a saber: a) algunos productores consideran que estas especies son también un buen alimento para el ganado; b) el control químico de gramíneas es costoso; y c) a veces la alfalfa se siembra asociada con otras gramíneas, que imposibilitan el empleo de graminicidas.
Es importante destacar que los pastoreos fugaces e intensivos pueden contribuir eficazmente al mantenimiento de la pastura libre de malezas, como así también los cortes de limpieza después del pastoreo, al disminuir la invasión de especies de porte alto como cardos, algunas Brassicaceas, apio cimarrón (Ammi majus), sorgo de Alepo (Sorghum halepense), cuatro cantos (Leonorus sibiricus) y otras.
Algunas malezas son particularmente problemáticas en determinadas ocasiones. Aunque no tienen el porte y la agresividad de otras, en general son difíciles de controlar si han alcanzado un desarrollo importante. Entre éstas se citan la gamoqueta o peludilla (Gamochaeta pensylvanica), el diente de león (Taraxacum officinale), la rama negra (Conyza bonariensis) y la achicoria del campo (Hypochoeris sp.). Se han evaluado algunos tratamientos para el control de estas especies en alfalfares establecidos y recién cortados, usando 0,7 l/ha de metribuzin 48% en combinación con atrazina, bromoxinil, prometrina y flumetsulam. Estas mezclas se usaron solas y todas ellas cruzadas con 1,4 l/ha de 2,4-DB 50%. En todos los casos, los resultados fueron poco satisfactorios.
Por último quiero hacer mención al empleo de glifosato 48% para el control de malezas en alfalfares establecidos. Después de varias experiencias, se ha llegado a la conclusión que la única alternativa recomendable en esta zona es el uso de dosis relativamente bajas (no más de l,5 l/ha) y en cultivos recién cortados o pastoreados al ras. Con esta metodología se controlan varias malezas juveniles y otras muy sensibles a este producto, como gramíneas anuales y plantas chicas y medianas de pasto puna, sin producir daños de consideración a la alfalfa. Se han probado dosis más elevadas, con y sin corte previo de la alfalfa y en distintos estados de la misma, pero el daño que producen al cultivo se considera demasiado importante como para recomendar esta técnica a los productores.

Ing. Agr. M.Sc Héctor P. Rainero. 2003. Jornada Técnica “Todo alfalfa”. INTA E.E.A Manfredi.

Verdeos de Invierno: Rye Grass Anual

Introducción

Durante el último ciclo productivo 1998, diversos ensayos de producción forrajera conducidos por distintos organismos oficiales han determinado que, utilizando las mismas fechas de siembra, son mayores -una vez más- las producciones de forraje en verdeos de rye grass anual comparadas con las de verdeos de avena.
Es así como en el oeste de la provincia de Buenos Aires, en la localidad de Carlos Casares, el promedio de producción de 9 cultivares de rye grass anual superó en un 123% al promedio de producción de 7 cultivares de avena. En Luján, para siembras efectuadas el 20 de marzo, dicha diferencia favoreció al rye grass anual en un 130 %.

A continuación se describen determinadas pautas en el manejo del rye grass como verdeo de invierno, tomadas de aquellos pioneros que han comenzado su 4to. o 5to. año de producción de la especie forrajera como pastura monofítica.

Siembra

Ha de realizarse desde fines de febrero hasta mediados de marzo, de manera tal de comenzar con la primera utilización entre el 15 de abril y el 15 de mayo.
Con siembras posteriores a las fechas indicadas, disminuye la producción temprana, alargando el tiempo de espera hasta el primer pastoreo.
Con fechas de siembra tempranas y ayuda de fertilización, hacia mediados de abril podrá comenzar el primer aprovechamiento.
La densidad de siembra promedio utilizada en la zona es de 20 kg/ha de semilla de buen valor cultural, pureza y poder germinativo.
La preparación del suelo debe ser lo más firme y pareja posible, similar a la buscada para la implantación de una pastura convencional.
La profundidad de siembra no debe ser superior a 1 cm y, en lo posible, con ruedas compactadoras. En algunos casos, la "arista" que posee la semilla dificulta el corrimiento de la misma en los sistemas de siembra. Algunos productores utilizan triguillo como sostén de ayuda. En otros casos, el agregado de 20 kg/ha de fosfato diamónico a la semilla soluciona dicho problema.
Nunca utilizar urea, ya que en caso de seca, las plantas nacen y la urea concentrada las puede quemar.
Gentos prefiere efectuar el desaristado de su producción de semilla de rye grass Tama; de esta forma, no se produce ningún tipo de atoramiento en los tubos de la sembradora.

Peso de 1000 semillas

En más de una oportunidad hemos escuchado que una buena semilla de rye grass Tama debe pesar más de 3.5 g por cada 1000 semillas.
Básicamente este mecanismo sirve para determinar si la semilla se encuentra o no contaminada con rye grass común, el cual posee un peso menor que la semilla de rye grass Tama. También debemos aclarar que el peso de la semilla de este último varía según hayan sido las condiciones del año de producción. En años secos, la semilla será más liviana y en años húmedos más pesada.
Consideramos importante confiar en un proveedor determinado de semilla, basando en esta confianza la seguridad de la pureza genética del rye grass Tama.

Control de pulgón

Por problemas de complejidad en su aplicación, no se han utilizado insecticidas en la siembra hasta el momento. Se prefiere hacer aplicaciones posteriores a la misma, efectuando un importante control y monitoreo.

Siembra directa

Existen datos prácticos y concretos que determinan el éxito de este tipo de siembras en cuanto a la producción posterior. Básicamente se debe tener en cuenta que el tamaño de semilla es menor que en el caso de cultivos agrícolas, con lo cual la tolerancia a rastrojos excesivos en superficie es menor. Si se efectúa un manejo adecuado de los mismos buscando su reducción, los sistemas de siembra directa resultarán exitosos, y aun más en aquellos años con falta de lluvias y escasa humedad en suelo.

Fertilización

El rye grass Tama posee una gran respuesta a la fertilización, y la utilización de este recurso determinó dejar de lado otros verdeos invernales.
Los productores del oeste manifiestan que la alfalfa, el rye grass anual y el silo de maíz son los recursos forrajeros que más impactaron en los últimos años de producción.
En aquellos suelos con escasos niveles de fósforo, la utilización de fosfato diamónico en la siembra es fundamental. También se utiliza urea al arranque, buscando ayudar el crecimiento inicial y, por lo tanto, el arranque temprano de los pastoreos.
Las dosis más utilizadas son 50-60 kg/ha de fosfato diamónico en la línea de siembra y de 50 a 100 kg/ha de urea. La urea se incorpora previamente a la siembra con una rastra de disco. Por las experiencias recogidas, existirían dos momentos importantes en cuanto a la fertilización nitrogenada. El primero de ellos, en la siembra o temprano durante el otoño y el segundo, a la salida del invierno (agosto) pensando fundamentalmente en la producción de reservas.
Con la fertilización otoñal, se busca básicamente una mayor producción de hojas y macollos. En primavera se busca una mayor tasa de elongación foliar.

Producción y calidad

Es normal que un rodeo al cambiar de un pastoreo de avena a otro de rye grass aumente la producción. En mediciones efectuadas durante el otoño, se ha encontrado que el rye grass posee el doble de hidratos de carbono que la avena y que, con adecuadas condiciones de humedad y fertilidad, su tasa de crecimiento es mayor.
Esto es lo que determina que tanto en leche como en carne el rye grass anual sea una excelente alternativa productiva.

Ciclo y reserva

El rye grass es -luego del maíz- uno de los mejores materiales para ensilar en primavera por sus valores de hidratos de carbono solubles, con lo cual se puede lograr un silo de valores similares a los del maíz en cuanto a energía, pero mucho más altos en cuanto a proteína.
En cuanto al ciclo del rye grass, la fecha óptima de confección de reservas en el oeste de Buenos Aires resulta ser hacia el 10 de octubre, ya que luego de este momento comienza a encañar.
Durante el mes de septiembre, se han encontrado valores de proteína de entre el 16 y 20%, factor muy importante a fin de lograr un silo de calidad.

Cultivares

El cultivar Grasslands Tama, o simplemente Tama, representa más del 80% del mercado de rye grass anual en la Argentina. De origen neocelandés, ha sido adoptado por el productor ganadero argentino básicamente por su excelente calidad de hoja y sus altos niveles de producción.
Sin embargo, la industria genética mundial ha desarrollado nuevos cultivares que se diferencian fundamentalmente por sus ciclos de producción, calidad de forraje y resistencia a enfermedades de hoja.
Cultivares como el Titán (obtenido en Uruguay por el Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria), el Magnum o el Hércules (ambos de origen norteamericano) lideran el mercado de nuevos cultivares de ciclos largos de producción.
Cultivares como el Florida (de origen norteamericano) predominan en el mercado de cultivares de alta concentración de producción invernal y ciclo más corto.
En el conocimiento detallado de cada uno de estos nuevos cultivares, encontraremos la respuesta al interrogante más escuchado: cuál será el mejor……aquel que nos ofrezca lo que nosotros necesitamos.

Gentos. 1999. Avances, Bs.As., 03/1999.

miércoles, 9 de abril de 2008

Nutrición con Urea

la formulación de la utilización de urea en la alimentación de ganado de carne:

Urea = 46 de Nitrógeno.
100g de urea = 46g de nitrógeno no proteico.
Los rumiantes convierten 6,25g de nitrógeno en proteína.
100g de urea = 46g de N x 6,25 = 287,5g de proteína bruta.

se le da 2 de urea por peso vivo (500kg pv x 0,2 = 100g de urea/día)

La urea se mezcla con melaza y se le va dando 20g cada día hasta llegar a los 100g esto para acostumbrarlo y ya acostumbrado de le da diario, dar a animales mayores de 6 meses, para mezclar con ensilajes le proporción es de 2 Kg. de urea por tonelada de forraje verde es de cuidado el manejo de urea en la alimentación del bovino ya que puede intoxicarse y los síntomas son disnea (pupilas y mucosas azules) y timpanismo (panza soplada) para esto se trata con azul de metileno al 10 vía intravenosa (1 lt de agua hervida + 20g de azul de metileno), si usa la urea con solo melaza no mezclar con agua